domingo, 30 de noviembre de 2014

EL PRIMER BESO





PLANTEAMIENTO

Verano de 1977, tenía 12 años. Sentado en los poyos de la plaza veía la vida pasar. Era temprano, todavía alguna mujer venía de la vaquería con la lechera rebosante para preparar el desayuno, pero yo madrugaba mucho (nunca me gustó estar en la cama) y como me aburría en casa me iba a la plaza a esperar a que salieran mis amigos. Sólo Tío Blas se me adelantaba y cuando yo llegaba ya estaba allí columpiando las piernas y silbando canciones antiguas.

Allí estaba cuando se acercaron Elena y Silvia y se pusieron a hablar conmigo. Nos conocíamos de toda la vida pero había sido ese verano cuando habíamos hecho por primera vez una panda de chicos y chicas. Estábamos hablando de trivialidades cuando sin venir a cuento me preguntaron: ¿ tienes novia en Madrid . Les contesté que no y se rieron. Aún no había encajado la primera pregunta cuando hicieron otra más atrevida
“¿has besado alguna vez a una chica?”. La verdad era que nunca lo había hecho pero no quería pasar por timorato y les contesté que sí. Creí que ya había acabado el interrogatorio pero sin darme tregua inquirieron con tono malicioso: “¿con lengua?”. Este concepto no lo comprendí, y como no sabía que contestar solo acerté a decir: “sois bastante cotillas, ¿No? . Como me mostré un poco azorado dedujeron que no lo había hecho y dijeron: “Pues si tienes suerte lo mismo hoy pruebas, esta noche vamos a jugar a la botella” y se marcharon a hacer unos recados.

Yo tenía que saber cómo era un beso con lengua, para ello necesitaba alguien de confianza que me lo explicara. La persona apropiada era mi primo Tito , 5 años mayor que yo, jugaba al baloncesto y tenía buena planta, yo sabía que tenía éxito entre las chicas y cuando le planteé la cuestión me contestó:“un beso en los labios es como llamar a la puerta, un beso con lengua es entrar hasta la cocina”. La metáfora no resolvió mis dudas así que tendría que aprenderlo por mí mismo.

NUDO

En mi época, las primeros experiencias amorosos con chicas solían suceder con juegos como “la cerilla” o” la botella”. Aquella noche nos reunimos con las chicas en el “Canto de los enamorados” lugar propicio por su discreción, alejado del pueblo y apartado de la carretera. Elena, que por ser la más desarrollada físicamente desataba admiración en los chicos y obediencia en las chicas se erigió como la Suma Sacerdotisa del juego y ponía las prendas cuando el que perdía elegía “verdad o condición”. Después de unas prendas inocentes para entrar en calor como era preguntar “¿Quién te gusta?” o dar un beso en la cara , la botella paró enfrente de Toñi, una chica menudita y atractiva, con mucha personalidad que llevaba el pelo corto a lo “garzon”. Ella dijo condición y Elena emitió su veredicto: “Un beso de tres segundos en los labios a quien señale la botella, exclamaciones y grititos nerviosos acogieron la sentencia. A mi me encantaba esa chica así que recé para que la botella al girar en el suelo se dirigiera a mí. El casco de vidrio daba vueltas y vueltas, y al igual que el péndulo de Foucault muestra la rotación de la tierra, así la botella, girando sobre sí misma, revelaba el movimiento turbulento de mi corazón. Cuando finalmente paró y su boca me apuntó di gracias al cielo. Desde entonces nunca he ganado nada en la lotería, no me ha tocado nada en las quinielas, creo gasté toda mi fortuna aquel día, pero no me arrepiento. Ella se levantó se dirigió a mi y posó sus labios en los míos, fue como una caricia, como un chispazo. Los demás contaban en alto: 1, 2 y 3”, y cuando terminó el conteo sus labios permanecieron un segundo más sobre los míos. Ese segundo extra valía más que los otros, me lo daba ella porque quería, no estaba obligada por la dictadura del juego. Fue mi primer beso y fue genial.

DESENLACE

Aquel primer beso tuvo su epílogo en el cine de verano, el sábado siguiente ponían “Lo que el viento se llevó”, Toñi y yo nos sentamos junto. Desde que nos dimos el beso se notaba que había algo entre nosotros. Cuando apagaron la luz fui a apoyar mi mano en el posabrazos de aquellos bancos de madera antiguos y me encontré con la mano de Toñi, al instante nuestros dedos se entrelazaron como compatriotas en el exilio. Supe que era el momento de tomar la iniciativa, tenía miedo de que me rechazara pero era mayor el deseo de volver a besarla. Me giré hacia ella y acercándome despacio puse levemente mis labios en los suyos, ella me cogió del cuello acercándome más, abrió su boca y su lengua rozo la mía. Una sensación maravillosa recorrió todo mi cuerpo, de repente no había gravedad, no había norte ni sur, estaba en otro planeta, me sentí como Neil Armstrong la primera vez que pisó la luna, volviendo del revés la frase que él mismo pronunció fue un pequeño paso para la humanidad pero un gran salto para el hombre (que yo empezaba a ser), por fin supe lo que era un beso con lengua.

La película era larga, duraba 3 horas, pero como cambiaron de rollo 8 veces pasó de las 4 de duración. Cuando se apagaba la luz nos besábamos y cuando se encendía disimulábamos y ni tan siquiera hablábamos. Si nunca antes había besado a una chica, ahora estaba sumando minutos y minutos, adelantando a muchachos más despabilados que yo. Incluso me permití compadecerme de Clark Gable que, ya al final de la película, tan sólo consiguió dar un beso a Vivien Leigh y encima no era con lengua.

Aquella noche, ya en mi casa, me costó mucho dormir pues no podía dejar de pensar en Toñi, y cuando cerraba los ojos veía sus ojos cerrados mientras me besaba.

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