viernes, 24 de octubre de 2025

UN AMIGO

 

 


Amigos de verdad tengo  pocos  y muy buenos, creo que no puede ser de otro modo. Porque si tienes muchos no se puede cultivar la verdadera amistad, y si son  buenos  ¿para que necesitas más? . Para mí los amigos son como los zapatos, por muchos que tengas siempre te pones  los que más me gustan y con los que más cómodo vas.  Los míos vienen desde la adolescencia y son de Bayuela ,  nunca necesité otros.

Uno de esos buenos amigos  es Jesús Sanz. Mi amistad con él empezó en 1977, en el  verano de 7º de EGB. Era el inicio de las vacaciones y un grupo de chicos de la misma edad pero de distinta procedencia ( Bayuela, Talavera, Madrid…), formamos  una  pandilla improvisada  que tenía en común el estar todo el verano en el pueblo y las ganas de pasarlo bien. Alguien propuso ir al “Batán” para ver los toros de Severo y bañarnos después en unas pozas excavadas en las piedras  del arroyo. A la vuelta paramos un momento para coger  zarzamoras, pero los demás chicos continuaron su camino y Jesús y yo nos quedamos solos  continuando con la recolecta. Luego  bajamos por carretera del Real compartiendo frutos y sentimientos y en esos dos o tres  kilómetros que median hasta el pueblo  nos hicimos amigos para siempre.

Éramos diferentes: Yo  visceral, impulsivo y  poco motivado por los estudios, mientras que él era pacifico, racional y  buen estudiante. A mí me gustaba Police, que tenía canciones movidas y muy rítmicas,  y a él Mike Oldfield cuya música era tranquila y armónica.  Pero con la amistad me pasa como con el amor, no sabría explicar lo que me atrae de la otra persona, pero sé desde el primer momento cuando quiero a alguien. Supongo que sus virtudes apaciguaban mis defectos,  Jesús me daba serenidad.

 Si el inicio de nuestra amistad se debió  al gusto por  las zarzamoras  lo que nos unió definitivamente fue la atracción por las chicas. Vivimos un montón de aventuras juntos pero  el poco espacio con el cuento   y  el pudor no me permiten contarlas todas,   voy a resumirlas en tres historias que ocurrieron en  años sucesivos  durante las fiestas del pueblo (no es casualidad, las Fiestas, sobre todo en la adolescencia, suponen una revolución) y recogen las tres maneras posibles  de acabar una relación con el otro sexo :

MAL: Nos gustaban dos hermanas   que vivían en la carretera de Cardiel,   no nos hacían mucho caso, pero no dejamos por ello de perseguirlas durante más de un año. Durante las fiestas habían estado con los dos mismos chicos todo el tiempo y  el último día, cuando acabaron las chotillas,  nos fuimos enfrente de su casa para verlas llegar. Era una especie de despedida a distancia pues al día siguiente yo me iba a Madrid, y Jesús a Talavera, se acababa el verano. Nos subimos al techo de la Báscula para los camiones, que era nuestro observatorio secreto, y al poco rato las vimos llegar acompañadas de los dos mismos chicos,   en el momento de despedirse se besaron en la boca. La desilusión nos invadió. La verdad es que no esperábamos que fueran algún día nuestras pero  era duro constatar que ya eran definitivamente de otros. Nos  quedamos todavía un rato observando sus ventanas, cuando  apagaron las luces  nos tumbamos bocarriba en el techo y seguimos allí, mirando las estrellas, y cuando estas también se apagaron nos fuimos a casa resignados  pues ya amanecía. Quizá fue mejor así, si alguna nos hubiera hecho caso a alguno de los dos, la situación habría sido violenta para el otro y quizá eso nos hubiera separado.

REGULAR: Al año siguiente  había  fuegos artificiales en la plaza, dos amigas nuestras nos dijeron que lo mejor para verlos era alejarse del pueblo para tener perspectiva y nos propusieron ir con ellas al  Canto de los Enamorados , Jesús y yo nos miramos con  expectación. Cuando dejamos atrás el Canto de Tio Matias, donde terminaban las farolas del pueblo, aprovechando la oscuridad, nos cogieron de la mano mientras seguíamos caminando. Al llegar al Canto empezó a iluminarse la noche con colores y chispas que dejaban los cohetes como migajas por el cielo, pero apenas los pudimos ver porque teníamos los ojos cerrados  mientras las besábamos. Estuvo  bien pero luego nos confesamos que nos hubiera gustado más que las parejas hubieran estado al revés.

BIEN: Al año siguiente,  al acabar el encierro,  vi cruzando la plaza a dos rubias muy monas que   vestían la misma ropa.  Jesús me dijo que las conocía de vista, del Casino de Talavera. Eran  las gemelas Cavanilles, que habían venido con sus padres a ver los toros .Teníamos 16 años y ya no éramos tan pardillos como en las dos historias anteriores, así que tomamos la iniciativa y fuimos a saludarlas. Las invitamos  a tomar algo a la Peña, y entre risas y confidencias puse en el tocadiscos “La quiero a morir” de Francis Cabrel  (mi arma secreta para conquistar chicas, mi himno de guerra para el amor).Nos pusimos a bailar lentas y  viendo a Jesús, acaramelado, con una de las gemelas mientras yo abrazaba fuerte a la otra entre mis brazos alcancé uno de los  momentos de mayor conexión con él, una comunión total.

Si en la 1º historia las chicas  no nos hicieron caso, en la segunda sí pero no del modo que nos hubiera gustado, en esta tercera historia llegamos a la felicidad absoluta, porque si dos amigos nunca se pueden enamorar de la misma chica, en este caso no había conflicto de intereses : teníamos la misma por duplicado.

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